Mi pobre Lulú, tan flaca tan sola, tomando café espera a su chavo.
Me invita a su casa, me invita a comer, me cuenta su viaje de luna de miel.
Más flaca y más sola, bebiendo su té, recuerda la historia y cómo le fue en todos sus viajes de luna de miel.
Se me hace querido, me dijo una vez, que me hice pendeja, pues no supo a miel.
Desde hace diez años conozco a Lulú y sigue en el viaje de luna de miel.