martes, marzo 20, 2007

Nada tenemos ya que hablar, me soltaste con un todo de indiferencia que más bien parecía de desprecio y aburrimiento, pero que, claro que lo sabes, tenía como destino único mi maltrato, y que por lo visto supiste decirlo en el momento más idóneo, pues tras esto no pude hacer otra cosa más que enmudecer y saber que ya nada de lo nuestro te interesara, pese a que mucho de lo nuestro esté contigo, sobre todo de mí, y sea la decisión de otros la que te haya hecho decidir sobre lo que todas las noches me hace llorar con gran desconsuelo, porque, aunque mi nombre se repita en tu boca constantemente, tal parece que no quieras escucharme y saber que durante todos estos días no he vivido más que con esas palabras que dejaste en mis labios y que se repiten una y tora vez desde aquel aciago día en que comenzó toda la tristeza (la tuya y la mía) y en que, Mostaza, tú dejaste de estar a mi lado.