martes, marzo 29, 2005
Recibí con alegría y ánimo de adolescente tus gozosas y perturbadoras entregas que me llenaban de deseos desordenados al abrir cada una de ellas, aunque poco me durara el gusto y las ganas, ya que, e ignoro el porqué, en los sobres veía horrorizado tan sólo hojas y hojas en blanco, sin ninguna palabra, sin rastro o indicio alguno de ti: ausente estabas, y es que a pesar de estas entregas súbitas, no hay noticia sobre tu persona, nada que me hable, porque tú así lo desees, de quién eres o has sido, y yo, me doy cuenta, estoy sólo al margen.