lunes, diciembre 08, 2003

Tras un año de aquel encuentro memorable, le confieso que de mi mente y mi vida no podré arrojar el recuerdo de aquellos brazos suyos de Beatriz que me pasearon y llevaron por los purgatorios mundanos de este país, y que tanto anhelé más bien se trataran de los brazos de una Eva que me prometiera el Paraíso.