He tenido unas urgentes y reprimidas ganas de empuercarte con mis oprobiantes parrafadas y mis delirantes monólogos. No sé si te apure tanto como a mí verte o leerte, pero el teclado de mi computadora está en huelga porque asegura que sólo salen infamias y calumnias de mis dedos. Este esquirol cybercafé desde el que ahora escribo, me da desconfianza.
Espero, técnico mediante, (d)escribirte un poco más este fin de semana.