lunes, marzo 20, 2006

Fue tu rostro, sí, tu rostro, el que vi en aquella mediocre película mexicana a la que permanecí atento para intentar volver a verte actuando como extra, papel que representé seguramente de forma tan efímera en tu vida, ya que, tras esa última llamada que tuvimos, supe de manera contundente, triste y lastimosa que seguiría siendo, frente a ti, un espectador y, para mí, protagonista de un fiasco de película mexicana que no alcanza siquiera a entretener por lépera y vulgar, y sí, más bien, al bostezo y a los mejores años de decadencia del cine de barriada, moralino, cuyos dramas, vistos en perspectiva, hacían miserable, por soporífera, la existencia, ya que son acaso más divertidas las horas de History Channel, y el apareamiento entre insectos, que, según me lo hiciste entender, estar a mi lado, presenciando cómo "malgasto" mis días y dinero en beber y en redactar este diario más lleno de mentiras que de anécdotas, en las que, por más que insistas, apenas has aparecido en una ocasión (impronta personal y marca de esa protagónica e intensa pero breve relación).