domingo, noviembre 28, 2004

Jamás nadie verá un dolor como el suyo, ni angustia parecida ni tanta soledad...

martes, noviembre 23, 2004

Deberé pedirte te persuadas de pensar que más allá de haberme perdido en ti estos últimos días, y dicho sea entre nosotros con verdadera y franca sinceridad, por flaquear en los deliquios de las delicias del amor, es más bien porque como la mujer que eres, en toda la extensión de la palabra, sin pasar por alto, claro, tus labios y carnes que torpemente, y mal, he conocido, he encontrado en ti a alguien que con salvaje concupiscencia interesa a mi corazón, y que en cada una de tus palabras, con las que, ya ves, he querido aprender a conjugar el futuro perfecto, y cada una de tus maneras, iras y carcajadas, no hallo más que motivos para desearte, olvidarme de mis sueños y entregarme a delirar e imaginar que despertaras al lado mío para morderme una oreja o regañarme por lo bruto que soy, he sido y me he comportado por el apetito inmoderado de cogerte de la mano, y el cuello, salir huyendo y escucharte, quizá y es mi deseo, decir que quieres y anhelas tomarme del pelo y estrecharme con voracidad, o, por lo menos, que ya has aprendido a amarme, si no con locura, sí con una mesura que me es extraña y ajena, porque sabes lo mucho que te estoy necesitando.

lunes, noviembre 08, 2004

De furia loca fue la sorpresa que desorbitó a tus ojos tras enterarte que después de todo sí habías aparecido en un publicación para caballeros: no con un texto de los que tanto presumes y que además te han valido el respeto de un puñado de escritores que acostumbran aplaudir como foca tu trabajo intelectual: eras simple y llanamente tal y como no te imaginaste: tú y sólo tú que además de dedicarte a los pilates acostumbras alcoholizarte sin medida: vodka tras vodka: borrachera tras desmemoria idéntica a la que te invadió esa noche en que un tipo sacó su tarjeta de presentación en cuya esquina izquierda había una cabeza de conejo y que tras una breve charla te invitó a lo que ahora ya sabes y yo debo sin remedio aceptar: tu aparición y la de mi rabia que vuelve cada vez que recuerdo esto y que me hace tirar de mis cabellos al pensar en que miles de mequetrefes sin nada mejor que hacer te encontrarán entre modelos canadienses y entrevistas a celebridades que pasan desapercibidas por mis amistades quienes al consultar tal publicación suelen sólo telefonearme para preguntarme con franca desconfianza pero en espera de una morbosa afirmación si en verdad eres tú la que aparece ahí: sí es mi respuesta y niego saber cómo es que te lograste colar a tal mundillo de imágenes e impresiones a sabiendas de que debieras estar más bien en uno de esos comics gringos de personajes decadentes en los que yo sería tu patiño y atolondrado enamorado y tú a la vez una mujer delineada por los ojos de un lujurioso que conoce a profundidad tus pliegues y que con un degenerado talento sabría dibujarte en una estampa que ni yo mismo podría describir: tú hablando y escupiendo injurias y calumnias como frenética y desquiciada entre lágrimas y balbuceos sobre lo mal que te tratamos la vida y yo en especial: cuando acudes a esta recurrente escena y yo no hallo otra cosa que el monótono mutis que suelo representar por mi parte mientras pienso en cosas importantes como escribir una novela que espero sea un hitazo y que comience de forma memorable: en un lugar de Naucalpan de cuyo nombre no puedo acordarme ni mucho menos saber qué sería lo siguiente: tienes siempre la osadía de interrumpirme mis libérrimas y originales interesantes ideas para besarme y repetir ensalivadamente frases que arrojo ipso facto entre el olvido y el no me acuerdo porque lo que enseguida hago es acariciarte lúbricamente y decirte que sí tienes toda la razón en lo que sea y más en la canallada que te jugaron al incluirte en esa publicación que muy a pesar de la incredulidad de quienes la han visto te muestra y compara frente a mujeres llenas de bolas tal y como te he querido ver: callada.

viernes, noviembre 05, 2004

...
"No sé cuándo nos volveremos a ver. Hoy te dejó aquí, lejos de todo y de todas, no porque así lo hayas decidido, sino porque las circunstancias despiadadas te obligaron a ello. Quise estar a tu lado para avivar una pequeña flama de esperanza, para encenderla diciendo que este amor es más grande que esta brutal prueba que nos han impueso. El otro día mientras cenábamos fuiste muy claro. Puros cojines buenos de mi lado, de lo que tú has significado en mi vida, de lo que me has traído. De tu lado, sólo cojines malos. Lo sé, por eso no puedo perdonarme mi egoísmo, mis deseos de salvarme sin saber que te estaba condenando... por eso no te culpo de tu indiferencia, de tu desamor, de tus gritos, de tu rencor y resentimiento. Soy capaz de incarme, de arrodillarme, de firmar mi carta de rendición para que no te toquen. Tal vez llegó el momento de tocar una puerta. O tal vez ya es demasiado tarde. Sé que a partir de ahora se irán las noches y casi no dormiremos, que los segundos serán muy lentos, que seguramente querré prender fuego a nuestra cama ante el dolor de tu ausencia, porque me estaré secando por dentro y por fuera, porque no tendré tus besos ni tus caricias ni tu mirada."